jueves, 21 de febrero de 2008
"ALIENS VS PREDATOR 2": Réquiem por un buen crossover
En una de mis anteriores críticas, explicaba el concepto de "what if". Ahora me toca hacer lo propio con el de "crossover". Básicamente, esto consiste en cruzar a dos personajes en una misma historia con el firme propósito de darse de ostias hasta en el carnet de identidad, algo que puede dar lugar a cosas tan divertidas como "Freddy contra Jason" o degenerar en despropósitos del calibre de este "Aliens VS Predator 2". A mi derecha, con una saga por la que han desfilado nombres de la talla de Ridley Scott, James Cameron, David Fincher y Jean-Pierre Jeunet, tenemos a todo un clásico de la ciencia ficción: el mismísimo Alien. A mi izquierda, con un par de películas más que aceptables, está otro peso pesado: Depredador. Si creíais que no hay nada más feo que un Alien, estábais equivocados o no conocíais a los Predaliens, una nueva raza que pretende incubar a sus crías en seres humanos. El combate está servido, con el aliciente de que esta vez la batalla se libra en la tierra. Concretamente, en el eterno pueblo norteamericano al que sólo le falta la doctora Quinn para acabar de ser igual que un telefilm de sobremesa de Antena 3. El resultado es un KO absoluto del espectador desde el primer asalto. Decir que los personajes son planos es quedarse corto, ya que son un esbozo de estereotipos que se convierten en improvisados marines a la primera de cambio. No falta una doble de Ripley venida a menos, ni la niña repelente de turno, como no podía ser menos. Los hermanos Strause (su madre se quedó a gusto) retoman el primer film y lo hacen con un guión prácticamente inexistente, en el que prima por encima de todo la confrontación entre Aliens y Predator. Es más, duele saber que detrás de esto hay algún productor ocioso, a quien le es indiferente si los que se miden el lomo son estos dos, Freddy versus Jason o Mercedes Milá contra el vaquero de Marlboro. La pega es que, cuando por fin se ven las caras, el tan ansiado enfrentamiento se resuelve de manera precipitada y sin un ápice de emoción. A los alienígenas más icónicos del séptimo arte (con permiso de E.T.) les viene pequeño este subproducto que podría pasar perfectamente por serie B, de no ser por el presupuesto de sus FX. No es para menos, teniendo en cuenta que los responsables eran técnicos de efectos especiales hasta hace bien poco. Eso lo explica todo. Un sinsentido dirigido a pajilleros matamarcianos con una videoconsola por cerebro.
Texto: Manu Riquelme
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