miércoles, 28 de noviembre de 2007

BEOWULF. La arriesgada apuesta de Zemeckis.

Angelina, prácticamente real

Si en “Polar Express”, Robert Zemeckis hizo uso del CGI para multiplicar a Tom Hanks en un alarde de diversión y entretenimiento para toda la familia sin más pretensiones que el disfrute, con su nueva película va un paso más allá. Al director de “Regreso al futuro” le sigue interesando la tecnología y lo demuestra en “Beowulf” retratando personajes prácticamente calcados (al menos en lo que a rasgos faciales se refiere), a sus homólogos en carne y hueso. Tanto el idealizado Ray Winstone (a saber qué conserva del actor real, porque el cuerpo desde luego que no) como el perjudicado Anthony Hopkins y el desquiciado (y desquiciante a la vez que simpatético) Crispin Glover, resultan sorprendentemente verosímiles, la ambientación es perfecta y la música sublime. Aunque cuando digo que Zemeckis va más allá, me refiero en el terreno narrativo. La película no es épica en sí misma y apela por tanto a la decadencia de los héroes, los demonios (tanto físicos como psicológicos) y la moral. Por tanto, estamos ante una propuesta nunca antes vista, que se atreve a mantener a personajes digitales hablando durante minutos y minutos (unas veces se agradecen más que otras). Esto gustará a muchos (como es mi caso) y decepcionará a otros (como es el caso del 78% del resto de espectadores), que esperan acción a raudales y espectacularidad por un tubo.
Aunque no nos engañemos, hay acción, si bien no es necesariamente espectacular pero coreografiada con sentido del humor y divertimento. No obstante, lo que más llama la atención del film es la pretensión evocadora de Zemeckis y el halo de tristeza que envuelve la cinta más madura de la animación digital contemporánea.

PD: Un consejo, absteneros de ver la película en 3D, al menos si sois de Murcia. Como era de esperar, por levante todavía estamos atrasados en este aspecto y más vale contemplar el espectáculo como fue concebido y no con cierto efecto de profundidad pero su fotografía solapada por unas rudimentarias gafas de sol.

Texto: Rubén Bautista

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