Los muñecos son una fuente de inspiración inagotable dentro del cine de terror. Desde el inquietante payaso de "Poltergeist" (remake en marcha, snif!), pasando por el célebre Chucky o los "Juguetes asesinos" de Charles Band, hasta llegar al mismísimo Pinocho en "La venganza de Pinocho"; todos ellos le han hecho la vida imposible a sus sufridos propietarios. El australiano James Wan ya dio muestras de su gusto por los muñecos a través de Jigsaw (atentos aquí a su "cameo") en la prolífica saga de "Saw" y ahora hace lo propio, aportando su granito de arena a este subgénero de la mano del misterioso Billy, pariente lejano del presidente del gobierno. "Silencio desde el mal" (una vez más, los traductores se han quedado a gusto), cuenta la leyenda de Mary Shaw, una anciana ventrílocua sin más descendencia que la de sus propios muñecos, muerta en trágicas circunstancias y que tiene la fea costumbre de arrancar la lengua de cuajo a todo aquel incauto que ose gritar en su presencia. Con tan prometedora premisa, la película arranca por medio de una escena muy similar a la del principio de "The Ring" presentándonos, topicazo a topicazo, la clásica historia del hombre que vuelve a su pueblo natal buscando respuestas tras el asesinato de su esposa. Ni qué decir tiene que la policía no se lo pondrá nada fácil (el personaje de Donnie Whalberg es de juzgado de guardia) y tampoco falta la vieja loca que sabe más de lo que aparenta. En ese sentido, también cabe destacar al actor Bob Gunton en un papel secundario. Wan dirige con oficio y parece haber aparcado un poco su faceta más efectista, dejando de lado la estética videoclipera, sin renunciar a muchas de las constantes de su cine que apuntaba en su anterior trabajo. Por ejemplo, el uso de los flashbacks o un giro final en la línea de "Saw", que es lo que consigue salvar en gran medida la función. Otro de sus aciertos es la hábil combinación entre los silencios y la música compuesta por Charlie Clouser (da gusto oír algo suyo que no sea el leif motiv machacón de "Saw"), exmiembro del grupo Nine Inch Nails. El punto negativo se lo lleva el abuso de efectos especiales, y es que, parece mentira que la industria no aprenda de cosas como "La guarida" y no se den cuenta de que las mejores secuencias son las que no están retocadas digitalmente. Véase la del desván o cualquiera de los flashbacks, en especial, el del niño en la funeraria. Lo que es innegable es que James Wan tiene una gran facilidad de crear mitos del terror contemporáneo más o menos resultones (no es muy difícil imaginar otra retahíla de secuelas de este "Dead Silence"). Eso, viniendo de un tipo que podría haberse encasillado a costa de seguir dirigiendo "Saw" y, sin embargo, ha preferido ofrecernos un humilde cuento de fantasmas de los de toda la vida, dice mucho de él.
Texto: Manu Riquelme
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