Fijaos en la primera por la izquierda...
Sus personajes son pequeños niños grandes, inadaptados con los que cualquiera (hablo por mi), puede sentirse identificado. Después, el bueno de Judd los pone en un contexto que les es ajeno y así, como por arte de magia, surge tanto la comedia como el conflicto. Secuencias como la del polvo “embarazados” o aquella en la que Seth Rogen juega con los niños a modo de perritos son todo un logro dentro de un conjunto que no es tan disparatado, bestia y soez como aparenta. Si bien, existen personajes que contrarrestan los momentos más dramáticos (y a ratos emotivos, que no ñoños), estos no resultan forzados y constituyen una “tour de force” que representan la vida misma. Las conversaciones son terroríficamente naturales, aparentemente intrascendentes, a ratos incluso ridículas. Son como la vida misma. La pelea en el coche y posteriormente en la clínica (con rencor hacia las hormonas incluido), la paranoia de las setas (en uno de los pasajes quizá más aparatosos de la película, precisamente por su falta de adecuación al discurso y su excesiva verosimilitud) y demás situaciones nos demuestran que no todo en la comedia americana está perdido.
Apatow y su mujer, Mann... esperemos que no sea como en la peli
Además, las interpretaciones son coherentes a la vez que divertidas, logrando que cojas un gran cariño a los personajes (salvo a Leslie Mann, lo que resulta casi imposible) y suplen los pequeños baches de ritmo que sin duda la película tiene en su segunda mitad. Si algo le falta a este simpático grupo de freaks es saber mejorar el ritmo en sus producciones, pero aún así, esto no es ningún engorro. No se vosotros, pero a mi con tanto estrenito de esta gente me están entrando unas ganas terribles de ver las series de culto “Freaks and Geeks” o “Arrested development”, de donde sale esta gente, y que fueron un relativo fracaso en EE.UU. Sin duda eso es, en la mayoría de ocasiones, una buena señal. Seguiremos estando atentos a ellos.
Texto: Rubén Bautista
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