Con “El sueño de Cassandra” (O “Cassandra´s dream”, que uno ya no sabe como llamarla), Woody Allen pretende volver a los terrenos explorados en películas como la excepcional “Delitos y faltas” o incluso en “Match Point”. La historia extrae los momentos finales de esta última para desarrollarlos de manera más profunda en este drama concesionalmente trágico de dos ambiciosos hermanos incapaces de apuntar más alto de lo que les permite su propia mediocridad. McGregor y Farell cumplen (uno mejor que otro, adivinad) con sus roles y la historia resulta interesante, aunque quizá demasiado reiterativa y con pulso débil, automático y sin garra. El film posee una lentitud y sutileza que puede convertirse en una auténtica pesadilla para los más impacientes, aquellos que esperen crimen a lo "C.S.I." o bromas al estilo de "Scoop". Olvidadlo.No obstante, esto no es algo que haya que echarle en cara a Woody, pues lo viene haciendo desde hace tiempo. Incluso la ensalzada “Match point” adolecía de una falta de ritmo considerable que se le perdonó al bueno de Woody, así que no entiendo el varapalo crítico de esta nueva cinta. Es cierto que sobran líneas de diálogo de Farell diciendo “No puedo hacerlo”, y las relaciones entre los personajes no son del todo creíbles. La intención del neoyorkino es excelente, el contexto inmejorable, los diálogos muy pensados…pero fríos al fin y al cabo. Quizá lo que apunten muchos críticos sea cierto, y el hacer una película al año le esté pasando factura, pues el ambiguo personaje de Tom Wilkinson es lo más cercano al Woody Allen actor en este film (en lo sobreactuado, quiero decir), y eso no es una buena señal ya que se trata del que moralmente desencadena todo el drama. ¡Ah, se me olvidaba, también hay una doble de Scarlett Johansson por ahí danzando! Se conoce que la nueva musa de Allen tendría otros compromisos y el gafotas contrató a una que es igual a la rubia (al menos de lejos).
Sally Hawkins, pedazo de... descubrimiento
No obstante, la película tiene aciertos, y muchos. Para empezar, la primera composición musical original de la que hace uso Allen en toda su filmografía y que ilustra muy bien las secuencias (sobre todo la de esa torpe persecución, una de las mejores cosas de la cinta). A ello se le suma el descubrimiento de Sally Hawkins, actriz desconocida hasta la fecha que hace gala de belleza y frescura, si bien dispone de los diálogos más acartonados de toda la película. Por último, la puesta en escena no es del todo fallida, aunque sí maniquea. En algunos planos da la sensación de que Woody ha perdido el entusiasmo y tan solo hace la película por que le gustan cuatro secuencias concretas y necesita el resto para poder filmarlas. ¿Acaso no habríamos empatizado más con Ferry (Farrel) si se nos mostrase su decadencia en el juego mediante imágenes y no mediante palabras?. Esto habría ayudado a que la acción avanzase, aunque viendo el torpe desenlace final, quizá no era lo que Woody Allen pretendía. Se le reconoce sus buenas intenciones…Veremos su aventura catalana, la verdad es que acojona un poquillo.
Texto: Rubén Bautista
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